sábado, 20 de diciembre de 2014

Precuento prenavideño



Mientras sobrevuela ciudades, el trineo de Santa Clos se distingue en el cielo nocturno, abriéndose paso entre nubes y estrellas, por su color rojo brillante como carro de bomberos. El mítico vehículo, sobrecargado de regalos navideños, ya no usa renos desde que la Comisión de Derechos Humanos de los Animales emitió la recomendación de terminar con la violencia animal intrafamiliar en la casita del Polo Norte que exhibió a Santa Clos ante los ojos del mundo como "esclavista animal", a partir de la cual se autorizó a policías municipales, autodefensas y sicarios, a disparar desde tierra contra "el renocida de uniforme rojo y barba blanca". Así, del trineo sólo queda el nombre, pues ahora Santa Clos pilota un tráiler rojo blindado con vidrios polarizados, en el que prefiere volar de noche, a grandes alturas, a fin de evitar francotiradores, retenes, "toritos" y casetas de cobro. Debía de cualquier modo, bajar a tierra para cargar gasolina.

Así, Santa Clos, ataviado con su rojo gorro de lana (knit cap),  lentes goggles, ancho mostacho y larga barba al estilo ZZ Top, cayó en cuenta de que esa noche se encontraba surcando cielito-lindo mexicano. El duende Tantor, jefe del Servicio Secreto a cargo de la Casa Blanca del Polo (construida con hielos de la empresa Higa), envió un what’s app en el que se leía: "Amo Clos, se encuentra usted sobrevolando el espacio aéreo correspondiente a la línea fronteriza entre Guerrero y Michoacán; si desea usted mantenerse entre los seres vivos se sugiere dar vuelta en U y aterrizar en Guadalajara". Santa Clos respondió con un like y enfiló su pesado tráiler rojo rumbo al estado de Jalisco. Eran las tres de la mañana ¿Qué gasolinera estaría abierta las 24 horas? Leyendo su mente recibió What’s app de Tantor: "gasolinera de los Arcos cerca de la Minerva".

Aprovechando el viaje, Santa Clos, sin soltar el volante, buscó en su iPhone la lista de regalos para niños jaliscienses. Comenzaba con la letra A. Leyó: "Aristóteles". ¿Era la lista de Guadalajara o la de Grecia?, caramba, se preguntó exasperado Clos, cuando atisbó entre la profunda oscuridad de la noche, dos conos amarillos que sobresalían entre las nubes. "¿Será un establecimiento de venta de helados?", dijo el hombrón de abrigo de lana roja, mientras esquivaba la punta de los conos. Cuál sería su sorpresa al descubrir que se trataba más bien de una catedral. What’s app de Tantor: "¡Bingo! Está usted en suelo tapatío, amo Clos, se sugiere activar tren de aterrizaje". 
 Como siempre, el maldito enano tenía razón; desde tiempo atrás se había vuelto una especie de conciencia alterna:

-Canijo, Tantor, siempre tan Pepito grillo ¿Por quién me toma? ¿Acaso me ve como su Pinocho?- se decía a sí mismo Santa Clos-; pero no puedo despedirlo, conoce todos mis secretos, incluso mi aventura con aquella chica esquimal a la que le encantaban los juguetes. Eróticos, claro.

Del tablero de comando del pesado tráiler volador comenzó a surgir una alarma intermitente (un bip-bip como el del Correcaminos) que indicaba que se había detectado zona propicia para el descenso. Santa Clos jaló la palanca que abría las compuertas bajo la caja del tráiler para que emergieran las gigantescas patas metálicas de reno, articuladas para encajarse en tierra. Eran ya las 3:45 de la mañana. El frío era intenso. A Santa Clos se le antojó un café: "¿Por ventura habrá Oxxos en esta región del mundo?", inquirió el obeso piloto de barbas blancas mientras buscaba uno de sus puros Cohiba en el compartimento del techo de la cabina. Cuando de pronto se escuchó un estruendo y la cabina del conductor se sacudió como maraca. Santa Clos rebotó contra el volante e hizo sonar el claxon ¡Había chocado con algo! "¿Qué pasa, qué sucede? ¡No puedo ver nada!". What’s app de Tantor: "Amo Clos, active el eyector del asiento para saltar fuera del vehículo; va ya en camino a recogerlo un reno a la velocidad de la luz latigueado por el duende Ben-Hur".

Amanece en el centro de la ciudad de Guadalajara. Poco a poco en las calles comienza a escucharse el rugir de los camiones urbanos que atropellan peatones mañaneros. Los barrenderos con sus grandes escobas de paja levantan polvaredas frente al Palacio Municipal. Cuando un murmullo de voces de asombro comienza a circular por las calles. Un locutor de radio está ya informando desde el sitio de los hechos:

-¡Un enorme tráiler rojo se encuentra en el fondo del pozo donde antes estaba el Mercado Corona! ¡Nadie sabe cómo pudo brincar las barreras de contención y las vallas de madera que por cierto, están intactas! ¿Cómo hizo entonces ese vehículo gigante para precipitarse hasta el fondo y caer sobre las cuatro ruedas? (MFM)

3 comentarios:

Orav dijo...

Sr. falcon, buenos días , debería de publicarlos en su twitter

Unknown dijo...

Jajajajajajaja

meriza custodio dijo...

Buen precuento.