viernes, 9 de mayo de 2014

Superyó y Yo enfrentados/ O de la estrategia del espejo


En medio de una gran polvareda y estrépito de cascos de caballos, cubierto con su yelmo y armadura de gruesas placas, el poderoso Shogun y su séquito de samurais con espadas katanas, lanzas y dagas en alto, ingresaron a la aldea desierta hasta llegar al final de la calle principal donde descubrieron a una persona sentada en postura de loto en el centro del camino: era un monje zen que meditaba.
-¿Osas obstruirnos el paso? ¡Póstrate, humíllate ahora mismo ante mí!- vociferó el Shogun-, pues soy el que puede dar la orden para que seas aplastado bajo los cascos de mis caballos y mandar cercenar tu cuerpo en mil pedazos. ¿Quién eres tú y por qué obras así?
El monje respondió:
-Soy el que puede comprender tu orden; soy el que puede ser aplastado bajo los cascos de tus caballos; soy el que puede ser cercenado en mil pedazos. ¿Quién eres tú y por qué obras así?

(Relato Zen anónimo)
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