lunes, 16 de diciembre de 2013

Notas de precisión/ O de por qué 'El príncipe' no es un manualito

(...) Dos. El príncipe no es la primera página de la ciencia política, como han dicho
muchos. Nada más ajeno a su pensamiento que la idea de una racionalidad exacta, despojada de cualquier subjetividad. El Estado no es artefacto de la técnica, es una obra de arte. El artista al que se dirigió Maquiavelo no tiene nunca control absoluto sobre el material al que aplica su genio. El gran defensor de la voluntad política nunca creyó en la omnipotencia del deseo ni en la supremacía de la razón. Sostuvo exactamente lo contrario: que lo impredecible, lo incontrolable, lo indómito reside en el corazón mismo de la política. Los delirios del control político absoluto exhiben la máxima ignorancia.

Tres. Maquiavelo no fue maestro de tiranos. En El príncipe pensó, sobre todo, en la conquista del poder. El personaje que le seduce es aquel que no ha heredado una corona y que, sin embargo, a golpe de valentía y audacia, prudencia y arrojo, es capaz de conquistarla y conservarla en su cabeza. Antonio Gramsci lo leyó bien: fue maestro de revoluciones.

Cuatro. Tampoco fue predicador del mal. La palabra virtud aparece una y otra vez en los 26 capítulos de El príncipe mostrando todo lo que le importaba el bien a su autor. Tampoco creyó que la política fuera un territorio amoral, donde las consideraciones sobre la bondad o la maldad de la conducta fueran irrelevantes. Todo lo contrario. Sabía que en el gobierno de los hombres hay que tomar elecciones dramáticas y que, con frecuencia, hay que elegir entre males. Su herejía fue advertir que el bien no produce solamente cosas buenas y que del mal surge, en ocasiones, un bien. Si el hecho acusa al político, dijo, los resultados pueden excusarlo.
Cinco. El príncipe desprende la política de cualquier pretensión de Verdad. A su autor no le interesaba conectar los principados o las repúblicas a la gran cadena de la existencia o al plan de la Creación. Los hombres se guían por la apariencia antes que por la verdad. En la opinión, no en la razón, radica el mando.
(...)
 Ocho. Si en El príncipe Maquiavelo renuncia a la política como una vía de la esperanza es porque asienta un criterio humano de evaluación: la responsabilidad. El Estado es una carga que obliga, no una licencia. Quien no sea capaz de comprender esa dimensión no debe acercarse a su territorio. Por eso Maquiavelo es el gran teórico de la responsabilidad política.

-Ocho notas sobre Maquiavelo, deJesús Silva-Herzog M

1 comentario:

MG dijo...

eres un buen lector y un mejor divulgador de textos condensados - seleccionas lo escencial y resaltas las frases que son tiros de inteligencia-, como esta interpretación lúcida sobre la mecánica del poder