La revolución de las comunicaciones ha sido muy buena para la libertad de expresión pero despiadada con la prensa. (...)
El periodismo tendrá que
adaptarse a los cambios; emplear todas las herramientas tecnológicas.
Pero tiene el deber de preservar su sitio como el instrumento que le
ayuda a una sociedad a distinguir lo importante de lo trivial, la verdad
del rumor, los hechos de la opinión.
El cambio abre un nuevo
espacio para el rigor y la profundidad que los "nuevos medios" suelen
despreciar. Creo que la peor tentación es confundirse con la oferta del
nuevo jugador, subordinarse a su código estético, a su ritmo, a sus
apetitos.
Trepándose a la moda de las
imágenes, deshaciéndose de colaboraciones inteligentes, destrozando
cualquier sentido de prioridad, desprendiéndose de un suplemento
cultural delgadísimo pero siempre pertinente, entregándose como nunca a
la frivolidad, mi periódico pierde rumbo.
-Una crítica de Jesús Silva-Herzog M, Reforma, 25 nov 2013
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