sábado, 2 de noviembre de 2013

De energúmenos/ O del error de confundir crítica con retórica iracunda

Ya sabemos lo que es "dar caña" (en otras épocas "dar leña" o "dar cera"): proferir enormidades truculentas e insultantes que acogoten sin miramientos al personaje público detestado, sea del gobierno o de la oposición. Lo de menos es que tal demolición esté bien fundada, sólo cuenta que utilice munición del más grueso calibre y que no condescienda a ningún miramiento con su víctima. Si además el cañero ha sido bendecido por los dioses con un humor chocarrero y grasiento de la peor baba, mejor que mejor. El que da mucha caña funciona como un resorte a favor de los suyos y contra quienes le disgustan: basta que aparezca en lontananza la silueta de alguien de la facción opuesta para que se desencadene arrollando todo a su paso como un tsunami inquisitorial y aniquilador. No me resulta fácil comprender por qué este tipo de vociferantes despierta tan morboso deleite en personas que en otros asuntos prácticos de la vida atienden a argumentos y no a iracundos rebuznos. Siempre me he resistido a creer —aunque no faltan pruebas que la abonan— en la teoría que expuso Enrique Lynch en un artículo hace bastantes años: que los españoles sentimos una suerte de veneración por los energúmenos.
-Fernando Savater

2 comentarios:

Billy dijo...

Aquí en México, "dar caña" o "dar leño" tiene una connotación un poco distinta. Aquí se refiere obviamente al falo, a la penetración como la agresión y como dominación de quien lo reciba. Si le damos caña o leño a alguien, le hemos asestado un golpe severo, irrefutable, que nos causa placer. Supongo que aquí también se le puede "dar leño" a alguien por medio de improperios y puyas, pero sólo si la acometida verbal hiere visiblemente y no deja lugar a réplicas.

Por lo que se lee, Savater habla de algo que aquí en México llamaríamos "agarrar de bajada/de su puerquito" a alguien. Y siguiento el texto de Savater, yo me aventuraría a decir que aquí, en vez de los energúmenos, nos fascinan más los gandayas.

Cabe remitirse a Octavio Paz y su Laberinto de la soledad para más detalles sobre el tema.

Orlando dijo...

El Energúmeno -Señor Presidente- es un sujeto contradictorio, rebosante de vida, en conflicto permanente con los demás y consigo mismo. Del energúmeno puede esperarse prácticamente todo.¿Me contradigo? Perfectamente. La contradicción es uno de mis métodos de trabajo.