jueves, 27 de junio de 2013

Enigma

¿Qué es la vida? Y el hombre arrojó la Esfinge como un signo de interrogación en el desierto.
He vuelto a ver, al volver las páginas de un libro (todo libro es giratorio), el rostro de la Esfinge. Esa eternidad atacada por miles de millones de instantes cristalinos, esos granos de arena que integran y desintegran el tiempo. Y otr vez me pregunto: ¿qué significa la Esfinge?
Evidentemente, es una pregunta. Pero también la respuesta, desmesurada como todas las que el hombre ha dado al enigma. Desde un principio quisimos adivinar la adivinanza total, en vez de comprendernos uno a otro con recursos sencillos. En vez de preguntarnos qué es la vida, deberíamos averiguar en qué consisten la tuya y la mía. "Eres mi vida", dice el enamorado a su amante. (Y ella pone, como es natural, una cara de esfinge. Porque no sabe en qué consiste nuestra vida y nos contesta a su vez con otra pregunta. O se queda callada, porque tampoco sabe quién es. Así comenzó, mediante un simple juego de palabras y de preguntas sin respuesta, la comedia de las equivocaciones.)

No nos entendemos porque extraviamos desde un principio el verbo original en un desierto laberinto de conjugaciones irregulares. En lugar de ser y de estar en este mundo, nos preguntamos quiénes somos y qué estamos haciendo. Y en vez de vivirla, nos echamos a perder la vida tratando de saberla. Cuando es tan fácil dejar que ella nos lo vaya diciendo, cada día, como amante bienamada. Si está aquí con nosotros, para qué preguntarle de dónde viene y a dónde va. Si lo hacemos, nos responderá como todas: con su cara de esfinge. Y si la vida y la mujer nos abandonan por hacerles preguntas indiscretas, ya no nos queda más que el consuelo de un espejismo de mentiras. Mientras alzamos otra vez como náufragos una esfinge de interrogación en el desierto. Como estas letras en la pantalla de tu monitor.
-Juan José Arreola

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