Los ojos chinos tienen sueño de siglos
-Ramón Gómez de la Serna
¿Cuál es el problema de la virgulilla, apéndice, arete, secreción o naricilla que brotó a un lado del territorio continental chino como pen-ínsula de Corea? Geografía es destino, caray. China por supuesto es la influencia más profunda y predominante en toda la zona asiática. Así, Corea quedó en medio de tres imperios voraces: China, Japón y Rusia. Los tres la han invadido, saqueado y ninguneado a lo largo de su historia; más tarde se sumaría Estados Unidos. Corea eterno peón en un gigantesco tablero de ajedrez.
No siempre sin embargo, fue así. En el origen de la palabra Korea surge su antiquísima historia. En efecto, miles de años antes de Cristo, en la península hubo tres reinos: el de Silla (pron. shila; de Syeoul, Seoul, esto es: Seúl, la actual capital de Corea del Sur); el de Baekje (pron. baikié); y el de Goguryeo, que pasó a Goryeo, luego a Koryo (pron. korío) que se convirtió en el inglés Korea y en español Corea. Koryo significa "alto y bello", por el terreno montañoso de la península.
Oh, ironía histórica: hoy en día, ni a Japón ni a China ni a Rusia ni a Corea del Sur (que se entienden a las mil maravillas con Estados Unidos), les interesa el destino de Corea del Norte (o la alharaca bélica del campesino en harapos que fanfarronea con un misil cuya tecnología le es ajena). Si el osito panda de Norcorea, Kim Jong-un elevase la mirada más allá de su ombligo rural, debería respirar hondo y con toda calma cruzar a pie el paralelo 38 para ir a dar un gran abrazo a la cálida Park Geun-hye, actual presidenta de Corea del Sur.
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