viernes, 28 de diciembre de 2012

Inocente Herodes que te dejaste engañar

Santos Inocentes, Nicolás Poussin
El 28 de diciembre se conoce como Día de los Santos Inocentes porque según la Biblia en dicho día, el Rey Herodes, el Grande, luego de escuchar de boca de los Reyes Magos que había nacido ya "el verdadero rey de los judíos", mandó asesinar en la ciudad de Belén a todos los niños menores de dos años a fin de acabar con el amenazante (?) bebé Jesús.
Según el apóstol Mateo que redactó el Evangelio donde se narra la anécdota, los esbirros de Herodes habrían asesinado en ese día 15 mil niños. Pero, de acuerdo con el censo que en esa época levantó el gobernador romano Quirino, y del cual sí hay constancia histórica, el pueblo de Belén contaba apenas con... 800 habitantes. Si los habitantes todos, hubiesen sido bebés, aún faltarían 14, 200 para zanjar las cuentas de la Biblia. En el mismo documento se indica además que cada año nacían 20 bebés (de los cuales moría la mitad, algo muy frecuente entonces). De haberse ejecutado de veras, la orden de Herodes, los niños asesinados habrían sido a lo mucho, diez. Un gran crimen de todos modos, pero de diez a 15 mil...
Por tanto, la dizque matanza de bebés (o Santos Inocentes) no ocurrió, no fue un hecho histórico. El relato se inscribe entonces, en el género mitológico. Se comprueba luego, que el esquema de los Santos Inocentes fue calcado del mito del nacimiento de Zeus, en el que sus hermanos equivaldrían a los inocentes sacrificados:

Crono tuvo varios hijos con Rea: Hestia, Deméter, Hera, Hades y Poseidón. A los seis se los comió tan pronto como nacieron, ya que a Crono le vaticinaron que sería derrocado por su propio hijo. Pero, cuando Rea estaba a punto de parir el sexto, se escondió en la isla de Creta, donde dio a luz a Zeus a quien escondió en una cueva. Rea ofreció luego a Crono una piedra envuelta en pañales que éste devoró en el acto.

El mito contiene a su vez, una metáfora: el Padre come, devora, se impone, esto es, castra. No se deja sustituir fácilmente. El hijo que se salva de ser devorado, confrontará y superará al Padre (Crono, Rey Herodes), y lo matará simbólicamente para sustituirlo. Sólo así, el hijo podrá convertirse a su vez, en Padre (Rey, Hijo de Dios, Mesías, líder, etcétera). La metáfora del sacrificio de inocentes se entiende entonces, como el precio a pagar, el costo por la enorme dificultad para que al menos uno de los hijos, el elegido, logre salvarse de quedar sometido a la figura del Padre castrante.
¿Y de dónde surge la costumbre de las inocentadas, del engaño sorpresivo, de la broma a costa de alguien ingenuo? Rea engaña a Crono entregándole una piedra en vez de Zeus; un ángel avisa a María para que huya con el bebé Jesús y se esconda de Herodes. Esto es, la Madre engaña al Padre... para que el complejo funcione: Edipo matará a Layo, su padre.

1 comentario:

Unknown dijo...

Muy buen texto, mi estimado Falcón. Gracias por compartir.