viernes, 12 de octubre de 2012

Relato del premio Nobel 2012: Mo Yan (*)

Estimado Sr. Sugitani Gijin,

Ya ha pasado un mes y, sin embargo, parece que fue ayer cuando
se despidió de nosotros. No sabe lo agradecidos que estamos de
que un señor de edad tan avanzada como usted atravesase el océano
para venir a un pueblo tan pobre y aislado como este para hablar con
nosotros, meros aficionados, sobre literatura. Nos emocionó mucho.
Dado que ya he acabado de transcribir el grandioso discurso titulado
"Literatura y la vida" que dio en el auditorio de nuestro distrito la
mañana del 2 de enero del calendario lunar, le quería pedir permiso
para publicarlo en El canto de ranas, la revista interna de la Federación
de Literatura, con el fin de compartirlo con los que no pudieron
asistir a su ponencia. De esta manera también tendrán la oportunidad
de disfrutar del encanto de su lengua y de absorber todos los
nutrientes de su estilo.
Fue el 1 de enero del calendario lunar, por la mañana, cuando visitamos
a mi tía paterna, la que se ha dedicado a la ginecología durante
más de cincuenta años. Aunque usted no pudiera entender completamente
lo que dijo debido a su rapidez al hablar y a su fuerte acento,
me dio la sensación de que le impresionó profundamente. Cuando al
día siguiente dio su ponencia puso muchas veces el ejemplo de mi
tía para explicar su idea de literatura. Nos dijo que tenía en mente
la imagen de una doctora montando en bicicleta a toda prisa por un
vasto río congelado, o la de una doctora con los pantalones remangados,
cogiendo un paraguas, con una bolsa de medicinas a la espalda,
abriéndose camino entre miles de ranas, o la de una doctora con las
mangas manchadas de sangre y un bebé entre las manos, riéndose a
carcajadas, o la de una doctora fumando un cigarrillo con el vestido
alborotado y cara de angustia. Nos dijo que a veces estas imágenes
se fundían en una y otras veces se separaban, como si fueran una
exposición de estatuas de mi tía. Nos animó a escribir obras emocionantes,
ya fueran novela, poesía o teatro. Señor, consiguió encender
la pasión y mucha gente tiene ganas de hacerlo. Un amigo mío del
centro cultural de mi distrito ha empezado una novela que versa sobre
la vida de una doctora rural. No quería copiarle, aunque la verdad
es que yo conozco mucho mejor que él la historia y los secretos de la
profesión de mi tía; de todas maneras démosle una oportunidad. Por
lo tanto, señor, a mí me gustaría concentrarme en el género del drama
y contar la vida de mi tía mediante una obra de teatro. Me abrió
la mente cuando charlamos la segunda noche del calendario lunar en
mi casa. La profunda evaluación y minucioso análisis que hizo sobre
las obras de teatro del escritor francés Sartre me dio muchas ideas.
Sí, quiero escribir, quiero hacer obras de teatro tan buenas como Las
moscas y Las manos sucias. Leeré a todos los maestros maravillosos y
me esforzaré para alcanzar su nivel. Me atendré a sus indicaciones:
no apresurarse, escribir con calma, igual que una rana cuando espera
tranquilamente a los insectos sobre la flor de loto. Una vez decidido,
me pondré en marcha al instante, igual que una rana cuando salta a
capturar insectos.
Cuando nos despedimos, en el aeropuerto de Qingdao, me dijo
que sería estupendo si le mandaba por correo los recuerdos que
guardo de mi tía paterna. Aunque sigue vivita y coleando, podemos
describir su vida y su pasado con palabras como "memorable"
o "atrevida". Ella tiene una larga historia que contar, por lo que
desconozco cuántas páginas podría ocupar. Por eso, le quería pedir
permiso para escribir hasta que me fallara la memoria. En esta época
informática, escribir con papel y pluma se ha convertido en un ocio
lujoso. Sólo espero que cuando usted reciba mis cartas le transmitan
una alegría evocadora.
Por cierto, mi padre me llamó para decirme que el día 25 del
mes pasado, en el ciruelo "de tronco divertido", tal y como usted lo
definió, brotaron muchas flores rojas. Mucha gente vino a mi casa
a contemplarlas, y por supuesto vino mi tía. Mi padre me dijo que
aquel día nevó mucho, pero el aroma de los ciruelos se impregnó entre
los copos de nieve, y cada vez que inhalaban aire, se les refrescaba
la mente.

Su alumno: Renacuajo
A 21 de marzo de 2002 en Pekín

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(*) Mo Yan es seudónimo: significa "No hables". El nombre real
del escritor chino de 57 años, es Guan Moye.

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