sábado, 11 de agosto de 2012

La raza de bronce con spray dorado

En México es fin de sexenio en plena era de los gadgets (¿traes tu iPhone? Tómame una foto con mi tatuaje tricolor) y la monumental crisis política, económica y social se transforma de súbito en manejable apocalipsis de bolsillo... porque -detente realidad, no manches el instante- ¡la selección olímpica de futbol ganó medalla de oro!
Y como por acto de magia, señala Monsiváis (oh, gurú de las masas, ¿por qué te fuiste de las ídem?) "la realidad se futboliza."
De pronto, un solo nombre rescata el curriculum fatal, jodido-pero-altanero, de todos los mexicanos: Oribe muta en orbe, esto es, órbita nacional. Así, que el planeta entero se ponga de pie y escuche con atención: ¡Oribe o Uribe, como sea, Urbi et orbi, salvó a la Patria y en medio de porras, llantos y el machacón himno nacional, quiero también -si no es mucho pedir- que me venga a salvar a mí!
Oribe deviene Ángel que desciende en el Ángel con la Buena Nueva, la promesa ¡cumplida! de salvación: ya nos apaleará la selección de Brasil en el próximo Mundial de Futbol, pero por ahora, en Londres 2012: 2-0, a favor de Mé-Xi-CO, Mé-Xi-Co, Mé-Xi-Co...
Ningún panista salió derrotado porque antes que ser panista se es mexicano. Así que ¿cuál derrota? ¡Ganamos! y quien no lo asuma así es un antinacionalista. "El nacionalismo -insiste Monsiváis desde el más allá- es resultado orgánico del aislamiento cultural, el atraso económico y el autoritarismo omnipresente en México, y es instrumento básico en la tarea de extraer conclusiones positivas del caos que se vive".
El futbol, dado lo anacrónico más bostezo rutinario de credos vigentes, invade la cancha del sentimiento religioso. Y lo hace con un solo artículo de fe, un solo dogma: la Selección (no la natural) somos Todos. Nadie recuerda haber votado en ningún momento por nuestros once representantes, pero quien ponga en duda dicha representatividad, se convertirá en automático, en antipatriota pagano y ateo: Diosito Santo, guía el pie de Oribe.
"¿En cuántos códigos genéticos -resucita Monsiváis- vía televisión ha quedado
ya inscrito el igualamiento de futbol y sentimiento patriótico?"
"El hallazgo de la ocasión propicia -que se vaya de largo Monsiváis entre comillas- no es catarsis como tanto se dice, sino lo contrario, la limpieza del alma a través de la dicha."
"La felicidad vuelve a raudales y hay que asirla a como dé lugar, ensalcemos a México durante las horas que hagan falta antes de que retorne el sentimiento confiscado por la crisis, por el monstruo urbano, por la falta de atractivos personales, por el tedio de ser uno siempre el mismo. La alegría es programa y proyecto de estas multitudes, tal vez no muy complejo pero altamente valorado".
(Los fragmentos del ensayo ¡¡¡Goool!!! Somos el desmadre, de Carlos Monsiváis, fueron tomados de su libro "Entrada libre-crónicas de la sociedad que se organiza", biblioteca ERA, 1988).
Brasil bien podrá cepillarse a los mexicanos (y su gobierno) en lo económico, lo político y lo social, pero, ¿qué tiznada insistencia de salirse del momento presente?: ahorita, El Cepillo Oribe se cepilló a Brasil. Y punto.

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