Los cinco pasos (Five steps), 2001, Francesco Clemente
En el Paraíso Terrenal, junto al de la Vida se encuentra el Árbol de la Sabiduría que nos invita a ingresar en él para guarecernos de la intemperie desinformada e ignorante. Su fruto proporciona la llave. Sin embargo, si bien se recuerda, se trata de un fruto prohibido o como quiere Clemente, difícil de descubrir, pues, ¿cuál, entre todas las que fructifican, es la llave correcta para abrir la puerta de la savia, del conocimiento? Conviene entonces preguntarse por la semilla del árbol de la sabiduría: ¿cuál es? La curiosidad. La misma que pregunta por el origen, esto es, por la semilla o concepción, noción del árbol que proporciona llaves o claves diversas de acceso al saber. Ay de quien por desesperación, poda de manera salvaje o de plano, tala el árbol para arrancarle su raíz o secreto. Pues no hay que precipitarse sino caer en cuenta de que se trata de un proceso que requiere evolución; de ahí la necesidad de los cinco pasos. Como los dedos de la mano del mono que alguna vez usó para colgarse de sus ramas y más tarde, descolgarse, bajar a tierra y caminar erecto sin necesidad ya de bastón-árbol para sobrevivir. Aprendió, supo con calma cuál era la clave, la llave.
1 comentario:
Aunque nuestra capacidad de indagar la atribuyo más a lo que de oposición tiene la vida; es decir: El antagonismo que genera el (impulso). Entendido éste si, en sentido evolutivo.
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