viernes, 27 de abril de 2012

Ética urbana o Eros y polis

Hacer el amor o aproximarse a dicho acto, en el interior de un automóvil, es pretexto para que las patrullas acosen a los implicados para aplicarles el Reglamento de Policía y Buen Gobierno, en su capítulo de Faltas a la Moral Pública. El desenlace es infalible: sobornar a los policías. Pero, ¿acaso la corrupción no se incluye dentro de las Faltas a la Moral Pública? O ¿quién define -y cómo- Moral Pública? Pues si los actos de amorsch se realizan con cautela y sin exhibicionismo en el interior de un vehículo privado (¡no todos tienen para pagar un cuarto de hotel; no todos pueden llegar a solazarse en la casa familiar; no todos logran contener ni un segundo más el ansia del ardor de la pasión del frenesí!), ¿no atenta la policía contra los derechos humanos de los pasajeros del cariiño pasajero?

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