sábado, 24 de marzo de 2012

Estética del entretenimiento

¿Qué tienen en común los Juegos Panamericanos y la visita del Papa Benedicto XVI?
No sólo el padrinazgo de dos personajes de la tercera edad (Mario Vázquez Roña y Joseph Ratzinger) sino la configuración definitiva de un estilo de gobernar mediante la cultura del espectáculo de masas. Se trata de la consagración de la fórmula pan-y-circo o, mejor aún, circo-PAN (las siglas se vaciaron de contenido y ya no significan Partido Acción Nacional) como seña de identidad de los gobiernos panistas. Puesto que dos sexenios nacionales (el virtual de Tribilín Fox más la coartada legitimadora guerrerista de felipito) y tres en Jalisco (la novatada de Bebeto, el autoritarismo Opaco de Ramírez Acuña y la borrachera de emily) no fueron suficientes para sacarnos de la crisis económica y, encima, agravaron la política (¿o alguien confía hoy en la representatividad de los partidos?), entonces, los gerentes panistas decidieron dedicar todos sus esfuerzos a entretener y divertir al pueblo. Los Títeres Gigantes del Bicentenario que deambularon por el centro tapatío y Benedicto XVI deambulando por las calles de Guanajuato, son espectáculos masivos a escalas gigantescas, inhumanas o si se prefiere, divinas, pero fugaces: ¿se recuerda el mensaje de los títeres... o sus dimensiones espectaculares? ¿Se retiene en la memoria el mensaje del Papa... o el papamóvil con Benedicto debajo de un sombrero de charro? Ya se sabe, el pueblo mexicano es más papista que el Papa y basta con que la parafernalia mediática señale el objetivo es-pec-ta-cu-lar y el público entrenado a base de horas y horas de TV comercial-mexicana (tautología duomonopólica), aplaudirá a rabiar, vitoreará, inventará porras, cantará y, si es posible llorará con histeria, al grado de que, ignorante de las estrategias de despilfarro de gobiernos panistas municipales, estatales y federales que costearon la visita, Ratzinger regresará a Roma sorprendido de su mexicana popularidad.

1 comentario:

Fernando dijo...

Claro, la estrategia mediática y las masas que se vuelcan en la "fe" para dar rienda suelta a su fervor religioso y emociones dignas del mejor episodio melodramático.