domingo, 15 de enero de 2012
Recordando y coincidiendo con el Monsiváis
(En el mismo plano confesional -aunque comparto con el maestro Monsiváis el azoro ante las dizque virtudes ultranacionalistas del balompié y reconozco la misma ausencia de militancia activa en pro de algún equipo consagrado-, revelo que en mi infancia y primera adolescencia jugué mucho futbol durante tardes enteras que se hacían noches en medio de las infinitas y abrasadoras vacaciones de verano en Nuevo Laredo, a nivel de cascarita-toquecito-pasesito-del-balón en el polvoso patio casero, estadio en miniatura con árboles paralelos de portería.)
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario