jueves, 24 de noviembre de 2011

De escenarios

Worst Case Scenario, fotografía de Parkeharrison
Cada fin de sexenio brota una atmósfera opresiva, melancólica, crepuscular. Cada Presidente a punto de concluir su mandato encarna el espíritu decadente: Après moi, le déluge ('Después de mí, el diluvio'), declara y delira extasiado al borde del abismo. Los discursos son triunfalistas en medio de su Apocalipsis muy bien resguardado por el Estado Mayor. Es el rey enloquecido en el clímax de su poder absoluto, rodeado de lacayos, bufones y enanos cuyos aplausos acallan el estruendo de la tormenta. Es el hombre más poderoso de México, pero que es incapaz de cambiar el rumbo aunque se dirija al peor escenario: su caída y desprestigio ineludibles. De ahí que se sugiera al resto de los mortales (Todos los mexicanos son mortales; Sócrates no es mexicano: extraiga como pueda una conclusión) tomarse las cosas de fin de sexenio con pesimismo alegre, a la manera de las leyes de Murphy, pues 'una corbata limpia atrae la sopa'. Paciencia es toda la ciencia.

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