Al Primer Ministro chino le corroe la envidia al contemplar las proezas espaciales de los rusos en Marte. Exasperado, se dirige a su asistente científico:
- Quiero que nuestros astronautas brillen más que los vecinos. Envíelos de inmediato al Sol
- Con su venia, Excelencia, pero en vez de brillar se incinerarían al llegar allí
- Entiendo: mándelos de noche, ¡pero ya! O lo incinero a usted
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