sábado, 12 de febrero de 2011

Cisne blanco: el ideal del Yo/el desdoblamiento del Yo: cisne negro


El tema de la película Black Swan, del director Darren Aronofsky (Nueva York, 12 de febrero, 1969), de abuelos rusos, fue motivado por las experiencias de su hermana en clases de ballet. La música del compositor ruso Piotr Ilich Tchaikovsky no debió de ser así, extraña al director desde la infancia. Incluso, las leyendas y cuentos eslavos debieron de ser parte de su formación (así como el conocimiento de la condición homosexual de Tchaikovsky y su drama personal a propósito de la ambigüedad belleza-muerte de los cisnes).
El Cisne Negro tiene de fondo el antiquísimo cuento popular ruso-germánico que ensalza el tema de la fidelidad monógama absoluta. La protagonista es Odette, una princesa que sufre el hechizo del brujo Von Rothbart (palabra alemana: rot, rojo; bart, barba) que la transforma en cisne con la posbilidad de recobrar su forma humana sólo durante la noche. Para que Odette recupere plenamente su condicón humana original, un hombre debe enamorarse de ella y serle fiel a toda prueba: sólo así se romperá el hechizo de Von Rothbart. El príncipe Siegfried, de cacería nocturna con unos amigos, se pierde en el bosque y descubre a Odette en su forma humana. Se enamora de ella, quien le informa sobre el hechizo de que es víctima. Siegfried le jura amor eterno. Pero Von Rothbart tiene una hija: Odile, a quien disfraza con la anatomía de Odette. Durante un baile en la corte, Odile seduce al príncipe Siegfried que sucumbe a la seducción: le jura amor eterno a Odile. El mago Von Rothbart triunfa y avisa a Odette de su derrota. El príncipe descubre que fue engañado y corre con Odette para suplicarle perdón. Odette le perdona, pero aclara su decisión, mientras posee forma humana, de suicidarse lanzándose a las profundidades del lago, a fin de romper el hechizo. El príncipe Siegfried decide acompañarla. Ambos perecen ahogados y el embrujo de Von Rothbart finalmente se deshace.
El antiguo cuento fue retomado en 1870 por la compañía de Teatro Imperial Bolshoi (en ruso, bolshoi significa 'grande') y se le encomendó a Tchaikovsky la música para el ballet, que compuso entre 1875-1876.
El cineasta Aronovsky retoma a su vez el ballet del Lago del Cisne (o Lago de los Cisnes en español), pero obsesionado con la relación entre la princesa Odette y Odile, la hija del brujo. Más aun: interesado en las tensas, dramáticas, implacables situaciones humanas de blanco y negro (esto es, sin matices), Aronovsky recurre al símbolo contrastante del cisne blanco/negro. A partir de ahí, se desarrolla la trama: la puesta en escena en Nueva York, del Lago de los Cisnes y la elección del papel protagónico de la reina de los cisnes (Queen Swan) o cisne blanco que recae en Nina (Natalie Portman), una tensa ballerina atrapada en un claustrofóbico departamento con una madre todoterreno (se ignora lo que ocurrió con la figura paterna, pero resulta obvio que la madre -la actriz Barbara Hershey- es padre a la vez). La estricta, sudorosa, tensa autodisciplina y rigor del ballet se acentúa mediante el formato cinematográfico de permanentes e intensos close-ups, la cámara encima de los rostros, de los cuerpos, de la piel, con el sonido musical in crescendo de fondo, más la filmación en espacios cerrados grises, irrespirables, donde casi nunca se ve el cielo.
Es tal la presión interna, que la ballerina Nina (nombre que significa "niña") sufre literalmente dentro de su cuerpo, que de manera gradual, se ve rebasada por las diferentes órdenes encontradas, implacables que recibe desde todos los ángulos: la voz de su madre, la voz de su maestro, la voz de la rival y la peor de todas, la voz interior: la perfección, el Superyó (en términos freudianos: "el superyó hunde sus raíces en el ello y, de un modo despiadado, actúa como juez y censor del yo"), hasta que dicha presión brutal, la pugna de fuerzas internas contradictorias, estalla en su conciencia... y se desdobla. El contenido rebasa el continente. Y literalmente, Nina crea otra Nina; se ve a sí misma como otra, en la cual deposita su lado malvado: léase, el deseo sexual insatisfecho, el odio soterrado por su madre, la culpa consiguiente y la urgencia por salvar la ruptura de su propio Yo; proceso a flor de piel, que se enfoca, reconcentra obsesivamente en un solo objetivo: triunfar en el papel de protagonista de su único universo: el ballet del Lago de los Cisnes; esto es, mediante la re-unión, la integración en unidad, del Cisne Blanco y el Cisne Negro.
Si la película Black Swan merece un epíteto es el de castración; o el modo de experimentar en sí misma, en el caso de Nina, la amenaza de ser castrada, mutilada, desollada viva, castigada (recuérdese la autoflagelación, rascándose inconsciente, compulsivamente, en la espalda -detrás-; la bailarina rota de la caja musical; la experiencia de perder la identidad, la forma quebrantada, la metamorfosis en ave, con las plumas negras que emergen ante la inminente aparición de lo malo: el cisne negro), todo por atreverse a romper el cordón umbilical, lo que finalmente logra en la escena final. Aronovsky de modo literal, hace que Nina, con el filoso fragmento de un espejo (rota así, la imagen desdoblada, recuperada la unidad) se hiera... precisamente en el ombligo. En el acto final, en la cima de su interpretación, en el canto del cisne, Nina se desprende y antes de caer, lanza una última, triunfante mirada a su madre todoterreno, inidiferenciada entre el público. Se rompió el hechizo, el desoblamiento: Nina es mujer independiente.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Ya la viste?

Anónimo dijo...

"Es muy difícil no ver que El cisne negro (Black Swan, 2010) de Darren Aronofsky es una colección de lugares comunes. Es todavía más difícil no ver que en esta película no sólo la paleta de Aronofsky se ha reducido a la despampanante obviedad del blanco y el negro sino que su pincel, que nunca fue muy delicado, se le ha vuelto de plano brocha gorda. Un resumen rapidísimo: Nina Sayers (Natalie Portman), una bailarina con problemas alimenticios –come poco y vomita lo que come–, debe interpretar el papel de Odette/Odile en una nueva puesta del Lago de los cisnes de Tchaikovski. Según nos dice insistentemente el grosero director del montaje, Thomas LeRoy (Vincent Cassel), a Nina le sobra técnica pero le falta pasión: mucho cisne blanco, nada de cisne negro. Thomas insiste en que Nina debe “vivir un poco”. La cámara entonces la seguirá hasta los abismos de sí misma –básicamente una borrachera, un ligue y una tacha– donde la joven habrá de extirparse de blancura".

El blog del cine letras libres.
http://www.letraslibres.com/blog/blogs/index.php?title=black_swan&more=1&c=1&tb=1&pb=1&blog=14






http://www.letraslibres.com/blog/blogs/index.php?title=black_swan&more=1&c=1&tb=1&pb=1&blog=14

Anónimo dijo...

Falcón: muy interesante lo que escribes y en definitiva estoy interesado en ver esa peli, pero no me gustó que me contaste el final.

Falcón dijo...

Anónimo- no te conté el final, es imposible: Aronovsky lo deja abierto a la imaginación.

Falcón dijo...

Anónimodijo- me parece más bien que la reseña crítica del tal Alonso Ruvalcaba (Who?), es la que resulta de blanco y negro... por obvia. Léase no obstante, el final de la crítica perdonavidas:
"(...)todo esto es una lástima. Lo es, también, por el compromiso de Natalie Portman, cuyo trabajo físico es espectacular; por Barbara Hershey en el papel de su madre, un replanteamiento de la madre de la pianista de Michael Haneke y la madre de 'Carrie'; por el encuentro final de Nina y su antecesora, y los diez minutos subsecuentes, que se resuelven como cine de horror histérico; y por esa secuencia en que Nina, encerrada en un baño público, le da la noticia a su madre de que ha obtenido el papel de reina cisne. La delicadeza de esa secuencia está absolutamente fuera de lugar."

Su dijo...

Falcón:
No estoy de acuerdo con Alonso Ruvalcaba, pero me parece una crítica simpatica y refrescante entre tanto halago desmedido que si bien es justificado también resulta empalagoso por eso anoté la cita.

Falcón dijo...

Susana- entre la reseña empalagosa ("oh, Portman!") y la desdeñosa ("¡qué lastima!"), hay otras que intentan discernir, comprender.

Anónimo dijo...

1 - Aronofsky está deslucido. Él nos ha demostrado que es capaz de más, mucho más, y aquí lo vemos algo mustio y sin el brío de antaño, justo como el personaje de Portman al principio. Hay algo malo en una película cuando ves el trailer de la película en la TV y luego, en el cine, ves que los publicistas de hecho pudieron resumir la película perfectamente en ese mencionado comercial. Oh, Black Swan es una película técnicamente muy bien hecha, pero no hay sorpresas.

Ah, y de veras no me gusta cuando un director siente que tie-ne que ha-blar des-pa-cio pa' que le en-tien-dan. No conforme con meter un méndigo espejo en cada escena (amén de bailarinas de porcelana y de adorno repostero, leivmotifs evocativos a la obra en cuestión a cada rato y otros tantos alter egos, reflejos oscuros e imperfectos de la protagonista, Aronofsky siente que tiene que explicarnos el argumento de El Lago de los Cisnes y tiene que señalarnos cómo es que esa historia se relaciona con su película)

2 - Portman le metió muchas ganas a su papel, eso se ve inmediatamente reflejado en su físico. No sé si su tirada era aspirar al Oscar, pero se ve que le echó todos los kilos a su papel. Es una lástima, porque ella no tiene las habilidades para hacernos dejar de ver a Natalie Portman™ probándose un vestido de bailarina esquizofrénica cual Barbie viviente, y hacernos ver a la muchachita sobajada y timorata que se supone que deberíamos ver. Kunis hace un mejor trabajo adentrándose en su papel interpretando al polo opuesto, drogadicto, desmadroso y libertino de la protagonista. Cassel hace lo que le pide Aronofsky, y lo hace bien, pero el francés no puede hacer mucho con el papel que le tocó. Winona Ryder también tiene una parte poco importante, y la ejecuta sin pena ni gloria.

3 - Última vez que voy al cine en miércoles, al menos, sin un bat de béisbol. Todas las tiras de Trino se quedan cortas: el espectador tapatío está convencido que la sala de proyección es la sala de su casa. Hay que sacarlo de su error.