lunes, 18 de octubre de 2010

Lectura de comprensión

El asquito

Jesús Silva-Herzog Márquez
Reforma/18 de octubre de 2010

El castigo es el peor atajo frente a la expresión ofensiva. El recurso más fácil frente a la agresión verbal, la burla hiriente es recurrir al castigo. Darle una nalgada al insolente. Acudir a papá para que regañe al niño, a la maestra para que expulse al malportado, al Estado para que castigue al irrespetuoso. A eso estamos tentados ahora que tenemos una ley que castiga la ofensa de palabras y órganos de la decencia que regulan el qué decir. Este atajo, como muchos otros, es falso: aparenta alivio pero deja las cosas en su sitio. Vedar palabras no mejora la convivencia: cambia de tema. Me parece que la ofensa es consustancial a la libertad y que el debate es, inevitablemente, rasposo. Más aún, creo, con Ayaan Hirsi Ali, que la libertad implica el derecho a ofender. Por eso, al gobernador de Jalisco no hay que castigarlo: hay que discutir con él. No hay que pedirle una disculpa, hay que exigirle razones.

Me temo que no las tiene porque ha recurrido a los reflejos sensoriales para fundamentar sus convicciones. El comentario del gobernador panista es una perla que no debe perderse en los expedientes de nuestro Instituto de la Corrección Política. Don Emilio González Márquez ha declarado que las uniones homosexuales le dan "asquito". "Matrimonio sí es un hombre y una mujer, porque, ¿qué quieren? Uno es a la antigüita y el otro todavía, como dicen, no le he perdido el asquito a aquello". Al pintoresco gobernante, la homosexualidad provoca una reacción que seguramente le causa la cercanía de la caca, la pus, los mocos, algunos insectos peludos, la comida podrida, la basura maloliente. Entidades repugnantes. En ese universo coloca a los homosexuales: en el sitio de las secreciones corporales, las emanaciones pestilentes y los cuerpos en proceso de descomposición.

Fundar una convicción en el asco es un monstruoso retroceso moral. Es abdicar de la racionalidad para fundar el criterio del bien y del mal; es llevar el desprecio al otro a su expresión más baja, más inhumana, más bestial. Es, en una palabra, la más anticristiana de las actitudes: expulsar a una categoría de personas de la familia de lo humano. La falta de respeto a la vida del otro llega al punto de desposeer, en la imaginación, de cualquier atributo humano para convertirlo en esa sustancia viscosa, hedionda y amenazante que provoca asco.

Martha Nussbaum ha publicado recientemente un libro sobre este tema. From Disgust to Humanity (Oxford University Press, 2010). Para la filósofa, tan atenta al mensaje de la emoción y la metáfora, la política del asco es el polo opuesto a la política de la humanidad -de ahí el título de su trabajo. Describir al otro como asqueroso ha sido un recurso común de la intolerancia y, frecuentemente, el prólogo de la persecución. Hay que protegerse del extraño, nos dicen. Hay que taparse la nariz para entrar en contacto con la otra tribu, hay que usar guantes si no hay más remedio que tocar al de la otra raza; hay que tapar a la mujer, hay que encerrarla para que no muestre su indecencia. De preferencia, hay que evitar cualquier contacto físico con los otros porque los repugnantes son contagiosos. No hay que usar los mismos cubiertos, tocarles la mano, respirar su aire. Son orgánicamente inferiores, huelen mal, son insalubres, sucios... y nos pueden invadir. El asco se fundamenta en una doble fantasía: la extrema suciedad del otro y la pureza propia. El otro es una cucaracha, la lepra, un gusano. Yo soy una nube angelical. Los nazis no ahorraron calificativos para describir a los judíos en términos repulsivos: larvas escondidas en un cuerpo que se pudre. El discurso del asco, en efecto, sueña con la profilaxis de lo aséptico, es decir, la perfecta higiene del prejuicio.

El asco, sostiene Nussbaum, no es una sabiduría precognitiva. No es el depósito instintivo de la moral. Es el prejuicio más vulgar, la intolerancia más pedestre, la más afectada inseguridad. Es el pozo donde se acumulan las preconcepciones sociales más estancadas, ésas que no han recibido el aire de la discusión, la sacudida del debate, la exigencia del argumento. El desprecio reiterado socialmente y bendecido por las costumbres no se molesta en delinear una razón: su estómago dicta y pronuncia la descripción del otro: guácala. Protección irracional de jerarquías y tradiciones frente a lo supuestamente contaminante. Recurrir al asco para describir al otro, como lo hace el locuaz gobernante de Jalisco, es renunciar a la empatía de la que nace el impulso de la igualdad. Si al gobernante le produzco asco, ¿tiene derecho de quitarme mis derechos? ¿Tiene permiso para tratarme como si fuera una larva infecciosa?

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Oración para rezar en Guadalajara




Santa Pascuala, que no me alcance una bala.

Santa Antonieta, que no me quiten mi camioneta.

San Adolfo, líbrame del Cártel del golfo.

San Macario, que no me confundan con un sicario.

Santa Librada, que no me caiga una granada.

San Andrés, que no me toque un secuestro express.

San Abulón, líbrame de un levantón.

Santa Enriqueta, líbrame de los "z".

San Timoteo, que no me quede en medio de un tiroteo

San Federico que no me rompan el hocico

Y Santa Librada que no me vaya a cargar la chingada.



Amén!!!



Que vergüenza!

Faltó: San Emilio, líbranos de tu ídem

Dr. Gustavo Delgadillo dijo...

Desafortunadamente son muchas las personas que consideran que el gobernador está en lo correcto con su actitud discriminatoria. En Jalisco nos hace falta recorrer un largo trecho en materia de derechos humanos.

Adrián Jiménez Amaya dijo...

Saludos Falcón, aprovechando las redes sociales y hoy que nuestro Gobernador no quiere dejar de figurar en todos los ambitos, pero mas haciendo mancuerna con el Cabernal Sandoval, copie la publicación que dejaste de Silva-herzog publicandola en los tan Mencionados Face en tu programa de Radio, espero no te moleste pero me parecio bastante interesante hacerlo para levantar la voz de alguna forma encontra de nuestro nazi Jaliciense, ke hastqa vergÜenza da ke sea de Jalisco, y sus declaraciones parecen mas de un homosexual reprimido, la vdd no entiendo como se pone a pedir Etilio el derecho a la libre expresion como bien lo haz comentado cuando su voz representa a la sociedad jaliciense, deberia mejor RENUNCIAR......!!! Ni siquiera tiene la preparación para siquiera PENSAR TANTITO....
SALUDOS FALCÓN...

Jorge M. dijo...

Interesate punto. Aqui hay varias lecturas a las que quisiera hacer incapié. La homosexualidad es una realidad inherente en el ser humano desde el inicio de la sociedad. El hecho de que ahora salga a la luz que fulano o que mengana sean abiertamente de esas preferencias y que quieran formar un matrimonio es algo nuevo que a muchos nos ha tomado por sorpresa, aunque todos sabemos que los matrimonios homosexuales existirán en nuestras vidas de hoy en adelante. Yo pienso que gran parte de la población esta de acuerdo con el gobernador, no por sufrir de homofobia como ustedes y como todos los medios lo están interpretando, sino que escuchamos el sentido verdadero de las palabras del gober que son: "son una realidad pero todavia no estoy acostumbrado a ello" (claro, con su buen toque de sarcasmo para causar escosor como lo ha causado, político tenía que ser), como nos ha pasado a muchos de nosotros.
Por otra parte, veo que la actitud de este servidor público está siendo sobre-estimada. No se nos quita todavia la actitud paternalista. Nadie habla ni evalúa las verdaderas funciones de un gobernador. Total si es en la ciudad, échenle la culpa a Aristóteles, si es en Jalisco a Emilio y si es en el país a Calderón. Conocer un poco mas de política no nos haría nada mal...

Anónimo dijo...

...tan bien que ibas
es HINCAPIÉ

San Alejo,líbrame de tanto PENDEJO

ajuuuuaa

Anónimo dijo...

y escozor es con zzzzzzzzzzz, además de un titipuchal de tildes ausentes, en fin.....

Jorge M. dijo...

Entonces, ¿si estás de acuerdo con nuestra actitud paternalista, o solo estas explotando tus habilidades ortográficas?.

Bueno, gracias profe.