domingo, 24 de octubre de 2010

El conde Étimo


¿C uál es la diferencia entre vampiro y murciélago?
La descripción del animal que asemeja un ratón con alas es el origen del vocablo. En efecto, se trata una palabra que proviene del latín mus, mur, 'ratón'; y ceculus, 'cieguito': "ratón cieguito" (aunque con poderoso radar) o murciéGalo que pronto pasó a murciélaGo. No todos los murciélagos son hematófagos, pero del sueño de la mezcla del mamífero de vuelo crepuscular y el ser humano surgió la palabra de origen serbio: vampiro que significa ser 'embrujado o endemoniado'. Así como el quiróptero (quirós, mano; pterón, ala) posee unos colmillos sobresalientes con los que muerde para succionar sangre, así el vampiro es un ser casi cadáver, con afilados colmillos para morder y alimentarse de sangre humana.
Famosos vampiros han sido el conde Drácula (del rumano drac, dragón; ul, el); Nosferatu (nos, nuestra; fera, fiera, tu: 'tú eres nuestra fiera') e incluso, si consideramos su sed de justicia a partir de un hecho sangriento (el asesinato de sus progenitores), Batman. La etimología del vocablo inglés bat procede del latín blatta, batir de alas.
La serie de novelas Twilight (Crepúsculo) llevadas al cine, de la escritora estadounidense Stephenie Meyer, ha vuelto a poner de moda a los vampiros, sobre todo, en su forma de ritual de iniciación sexual entre adolescentes. Por cierto, el nombre del personaje femenino Bella Swan (pronúnciese Bela) trae a la memoria a Bela Lugosi (el actor húngaro Béla Blaskó, oriundo de Lugos, Hungría) para muchos, el mejor intérprete cinematográfico de Drácula. Así como en el nombre del personaje Edward Cullen, se descubre fácilmente el anagrama del nombre ard/dra/cula.

¿Cuál es el concepto detrás de la metáfora del vampiro? Se trata de un personaje surgido en el contexto de la Europa central medieval, plena de mansiones solariegas y laberínticos castillos húmedos, con atmósferas opresoras de pueblo-chico-infierno-grande, villas repletas de campesinos supersticiosos dispuestos a creer en todo para defenderse de todo.
¿Cuál es la amenaza? El vampiro muerde, chupa, succiona; su adicción así, es una variante de la antropofagia. El vampiro quiere comerse al otro, a la otra. Resulta fácil descubrir el aspecto erótico de dicha manía. ¿Cuántas veces por ejemplo, mientras se seduce o se hace el amor, se pronuncia, cual vampiro, la frase: te quiero comer a besos ? Por no hablar de la felación o el cunnilingus como actos vampirescos por antonomasia. El personaje femenino de comic, Vampirella, es originario -según el guión de 1969, de Forrest J Ackerman- del planeta Draculon, donde escasea la sangre humana. Vampirella así, es hipérbole del canibalismo mezclado con ninfomanía. Y qué decir de Batman, sobre todo, después de Frank Miller, cuyo título The Dark Knight, lo dice todo: un ser esquizofrénico cuya doble vida diurna (el millonario Bruce Wayne) y nocturna (el hombre-murciélago); superficial (un empresario dedicado a la beneficencia pública) y subterránea (un ser desgarrado entre el afán de venganza o justicia que medita y organiza en las profundidades de la baticueva) se origina en un doble trauma: presenciar el asesinato de sus padres y la visita con mordedura de un murciélago. Si cabe hablar de género, sería el gótico (de los godos, tribus germanas), con su moda masoquista adolescente de darketos, punks, emos y demás seres cuya propuesta se consume en el atuendo, incluidos -la piel es mapa, lienzo- piercings y tatuajes. En cuanto al cine, la primera película sobre Drácula data de 1922; el director, F.W. Murnau, sin embargo, no pudo obtener los derechos de la famosa novela homónima de 1897, de Abraham Stoker, y se vio forzado a cambiar el nombre de Drácula por el de Nosferatu. En 1979, Werner Herzog retomó dicho título y dio pie a la magnífica y enfermiza actuación de Klaus Kinski como el conde Orlok.
También el vampiro se relaciona con el deseo de inmortalidad. Aun cuando vive en su ataúd, en cuanto se mete el sol, sale a chupar sangre humana para seguir viviendo. Y encima es contagioso: convierte a otros, a otras, también en enfermos de inmortalidad. Es así, el vampiro, una pesadilla de los vivos que sienten culpa cuando alguien querido, deseado u odiado, importante en todo caso, muere, pero no muere del todo. Lo cual desencadena ansiedad y remordimiento, espanto e histeria porque el muerto se fue sin cerrar ciclos, dejando tras de sí toda una omnipresencia simbólica. El aspecto del vampiro es por eso el de un semi-cadáver, alguien en un sitio intermedio entre la vida y la muerte que, a diferencia del zombie, no quiere matar por matar sino chupar, chapotear, salpicar... en la fuente del cariiño. MFM.

3 comentarios:

Brujilda dijo...

la escena del video del papá de la nastassja -que belleza de mujer- es de carcajada, entre los ojos desorbitados de la melenuda y la última cara de frustración del klaus, es para morirse de risa

cuando cría, me re gustaban las películas de vampiros, mi predilecto: germán robles

Anónimo dijo...

En lo personal, yo pienso que los personajes de las novelas de Stephanie Meyer son los anti-vampiros. Más allá del incómodo espectáculo de ver al vampiro salido de su ataúd y convertido en un grotesco collage de adornitos de niña (lo último de la moda del mall, brillantina en la cara, anorexia), está la flagrante contradicción de proponer a un vampiro (alegoría de un predador sexual) como alguien casto que se abstiene de saciar el hambre que lo define porque respeta a su novia. ¡Un vampiro de manita sudada!

Toda una parodia involuntaria, la verdad (aunque toda niña de entre 11 a 17 años parece encantada, pese a todo)

Falcón dijo...

Anónimo dijo- tienes razón, pero más que anti-vampiros, se trata en todo caso de pre-vampiros.
La autora Stephenie Meyer profesa la religión de los mormones (la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos días) y apuesta por la castidad, la virginidad prematrimonial de las chavas; por eso Edward sobreprotege a Bella, creando la ilusión de que un paternalismo machista equivale al 'amor' tan buscado, tan anhelado en la adolescencia.¡En pleno siglo XXI!