sábado, 24 de julio de 2010

El mundo a sus pies

¿Qué actitud, amén de público involuntario fugaz, adoptar ante los patinadores (skatos o devotos del skateboarding)? Mosaicos y azulejos recién remozados en los camellones de avenida Chapultepec, aparecen cada día con más rayones y grietas; algunos vecinos culpan a los jóvenes deslizadores cuyas tablas zigzagueantes representan para ellos la pati-neta-del-planeta que les demanda, una-y-otra-vez-va-de-nuez, machacona disciplina (si se quiere apantallar a los demás jóvenes que ven en la tiesa tableta, la pati-neta...), sin reparar en que tal vez surtiría el mismo efecto tomar dicha patineta en las manos y aporrear con ella banquetas, cajetes y mosaicos. Surge así, un dilema de libertades: ¿se debe respetar el derecho de los chavos (algunos ya pelagartones) a convertir camellones en pistas... o el derecho de los viandantes a pasear por suelos limpios y en buen estado? Por supuesto que no se desea incurrir en actitudes de vecino melindroso y escandaloso, sin embargo... Mientras se cavila sobre derechos y libertades, un chamaco escuálido de nombre Chakos, apodado el Álex, o viceversa, salta sobre dos cajetes a la vez, gira en reversa en el aire y aterriza con estrépito tablajero. ¿Su premio? El aplauso con la mirada de las skatogroupies y los skatos rivales que ni por un instante dejaron de contemplar arrobados sus movimientos aerodinámicos. Es el turno ahora del Ratónloco, alias Yonathan Eduardo, o viceversa, quien con el mundo-tabla a sus pies, ejecuta movimientos simultáneos de rotación y traslación, con los cuales desafía no sólo al rival sino al skatouniverso infinito de cinco camellones en línea.

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