domingo, 7 de marzo de 2010

El Indio Oscar

A propósito de los Óscares de Hollywood, conviene recordar ahora al diseñador de la estatuilla. Fue Cedric Gibbons (arriba en su despacho), escenógrafo estrella de las películas del productor Louis B. Mayer (fundador de la Metro-Goldwyn-Mayer), quien por cierto, desembarcó en EEUU como ciudadano ruso judío con el nombre de Lazar Meier.
Mayer decidió otorgar premios a lo mejor del cine estadounidense para lo cual creó en 1928 una Academia de directores, actores, productores y técnicos de cine. Su empleado, Cedric Gibbons, no conforme con la idea de otorgar meros diplomas, propuso una estatuilla. Mayer le tomó la palabra y le encargó diseñarla. El Art déco (-ratif ) era el estilo en boga de los años veintes, así que Cedric realizó el diseño con dicho estilo. Para el concepto recordó los nombramientos de Knights o Caballeros que concedía como reconocimiento la realeza británica (Cedric era de origen irlandés); pero decidió representar al Caballero... desnudo, pues en la América de la Libertad, franca y directa, se era más noble por el porte que por los vistosos ropajes de gala imperial de los británicos. El modelo fue un mexicano, ya que la esposa de Cedric, a la sazón la actriz mexicana Dolores del Río, al enterarse de que su marido buscaba a alguien con cuerpo atlético para que posara, Dolores sugirió a su joven amigo Emilio El Indio Fernández, que accedió a los ruegos de la amiga y posó así para Cedric. Gibbons dio al último un baño de oro a la estatuilla que llevó de inmediato a las oficinas de su jefe, Louis B. Mayer.
En la multicultural empresa del naciente cinematógrafo comercial, Mayer tenía muchos empleados extranjeros. La suya era una secretaria noruega, Eleanor Lilleberg, quien al ver la estauilla exclamó: "¡pero si es el rey Oscar II! ".
La secretaria se refería al monarca de Suecia y Noruega, Oscar Frederik cuyo retrato (vid) colgaba de los muros de todos los edificios públicos de ambos países escandinavos. Cuando Mayer arribó a su despacho, Eleanor le notificó que Cedric Gibbons había dejado para su aprobación la estatuilla del premio. Mayer no mostró mayor interés en la figurilla y se dirigió directo a su oficina, así que la secretaria preguntó: "Bueno, ¿y entonces qué hago con Oscar? ¿Lo guardo en la caja fuerte?".
Mayer rió de buena gana y a partir de entonces, la estatuilla de Gibbons fue conocida como Oscar.
Aunque nosotros los mexicanos, sabemos que en rigor y a sabiendas de quién es el cuerpo representado, la estatuilla debería llamarse Emilio.
PD- la popular versión de que fue Margaret Herrick (en la foto), la clásica ñora todoterreno, archivista y bibliotecaria de la Academia, quien bautizó a la estatuilla al exclamar: "It' s like uncle Oscar!", resulta poco verosímil. Después de todo, ¿de veras su tío -¿lo espió encuerado, le vio la espada?- tenía un cuerpo de atleta como el de la estatuilla? Es más probable que doña Maggie haya sido acreditada como inventora del nombre por un gesto de consolación de su jefe que le gradeció así los muchos años de servicio de la ruquita tenaz enterrada entre latas de celuloide, fotografías, carpetas y papeles.

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