martes, 26 de enero de 2010

Abaratar la idea

Acudí por fin a presenciar, lentes sobre lentes, la mentada película Avatar. La historia me pareció maniquea, demasiado obvia y simple, con una gigantesca lanza con punta de paradoja que ensarta la película de lado a lado. En efecto, se trata de la Alta Tecnología (el Mal absoluto) contra la Naturaleza Impoluta (el Bien absoluto). Moraleja: regresemos a la Naturaleza... ¡vía la Alta Tecnología! El imán publicitario de la visión tri-di-men-sio-nal, abigarrada y con efectos especiales agradables por momentos, se centra en Pandora, ensalada paródica de la selva del Amazonas, la fauna del África y la Norteamérica de los pieles rojas antes de la llegada de los europeos. Dado el nivel infantil, temí no que un dragón cruzara la pantalla sino Dumbo. Por supuesto, conviene enchufarse vía trenza (calvos, absténganse) con La Armonía de La Energía de La Vida de La Naturaleza, pero antes por favor, hay que enchufarse vía computadora. Y en los momentos difíciles: orad, hermanos, para que este sacrificio mío y vuestro, sea agradable al Árbol todopoderoso...
A reserva de redactar a fondo mis propias impresiones más adelante, comparto la siguiente reseña.

Evolución técnica, involución artística
-Javier Ocaña, crítico de cine de El País
Cameron revoluciona el cine. Cameron reinventa el cine. Cameron convierte el cine en una nueva experiencia. Son sólo tres de los titulares con los que nos hemos ido desayunando de cuando en cuando gracias a los medios de comunicación de todo el mundo. Todo ello, faltaría más, sin haber visto la película. Avatar, por supuesto.

Pues ya está aquí. Y la supuesta revolución consistía en:

a) que hay un nuevo concepto de las tres dimensiones, aunque hagan falta las gafitas de siempre;

b) que a diferencia de los anteriores sistemas de captura de movimiento, donde la digitalización se añade posteriormente, ahora Cameron podía observar directamente en un monitor cómo los actores virtuales hacían de las suyas al tiempo que interactuaban con el mundo digital;
c) que la captura de expresiones faciales ha mejorado.
Consecuencia: hay un 60% de imágenes generadas por computadora, y un 40% de acción en vivo. Eso sí, al espectador le dará exactamente igual si Cameron ha podido dirigir mejor a sus actores y criaturas, porque en las secuencias con un buen número de seres humanos en el encuadre (digamos, más de cinco), el concepto tres dimensiones tiene una extraña forma de tomar vida: hay personajes en distintos planos y una buena impresión de fondo, pero los cuerpos son planos, como un mal holograma, casi como un recortable de los niños de hace 50 años.

Los titulares a los que se hacía referencia al principio de la crítica se han repetido a lo largo de la historia del cine desde que los Lumière lo inventaron, aunque éstos no supieran sacarle provecho porque eran unos técnicos y no unos artistas. El sonido, el technicolor y el cinemascope también iban a revolucionar el cine. Pero, ¿quién se acuerda hoy de El cantor de jazz, La feria de las vanidades o La túnica sagrada, más allá de su carácter primigenio? El cine lo revolucionaron los hermanos Marx, Hitchcock, John Ford, los neorrealistas, los autores de la nouvelle vague... Ninguno era técnico. Eran artistas.
Porque a Cameron se le ha olvidado la historia que quería contar. O no daba para más. Avatar es una parábola militarista, muy del estilo del director de Terminator y Aliens, disfrazada de pacifismo new age, que pretende cobrar carta de trascendencia a través de la duración. Avatar está protagonizada por unos seres de otro planeta creados por un departamento artístico de dudoso gusto estético y escasa creatividad. Avatar contiene una metáfora contra la invasión de territorios y civilizaciones ajenos, explicitada en dos chistes malos sobre la guerra preventiva. Avatar cuenta una historia de amor interracial con cursilería de telenovela. Avatar tiene un aspecto de videojuego perpetuo con el que la audiencia no puede interactuar. Avatar (concepto): en Internet y otras tecnologías de la comunicación, dícese de la representación gráfica que se asocia a un usuario para su identificación. Pero la película es el avatar de Cameron, no el nuestro. Si este es el camino que va a llevar el cine a partir de ahora, que lo paren, yo me bajo.

2 comentarios:

Falcón dijo...

* Notas a partir de la reacción de ira de algunas amigas y amigos por mis comentarios sobre "Avatar" *

- Llama la atención que ante cineastas de la talla de Ingmar Bergman, Tarkovsky, Kurosawa o Fellini -por citar ejemplos de 'autores' de cine- no se pierda el reflejo instintivo de la burla y el relajo. Recuerdo risitas sofocadas entre los espectadores ante "Muerte en Venecia" de Visconti; o ante "Nostalgia" de Tarkovsky; en la "2001, Odisea del Espacio", de Kubrick, etcétera.
¿Por qué en cambio, ante el director canadiense James Cameron y su último producto, se muestra una disposición reverente, de aceptación acrítica inmediata, defensiva y justifictiva incluso, y se depone el ánimo de chacota ?

- ¿Por qué "Avatar" polariza dogmáticamente y demanda sólo dos reacciones: te gustó/no te gustó ?
¿Será por contagio de su reduccionista historia maniquea entre el Bien y el Mal: ¡escoge sin matices! ?

- La mayoría de los espectadores 'rendidos', por decirlo así, previa y posteriormente, ante "Avatar", reaccionan furiosos, como guaruras de Cameron, ante quien se atreva a formular un comentario adverso a la película que -¡es una orden!-, sólo debe gustar o no gustar. Se recurre como argumento arrinconado al expediente de las ganancias millonarias del film, aun a sabiendas de que lo cuantitativo no se traduce de modo automático en cualtitativo

- El guión y la historia de "Avatar" es muy simple, reductivo, previsible, propio del género cinematográfico infantil ¿Por qué no se anunció en dicha categoría la película ? Y si el valor sólo reside en la forma, ¿eso la salva ? ¿Qué hacemos entonces con la historia ?

- ¿Por qué, se insiste, esa sospechosa concesión absoluta y empatía instantánea con una película que se anuncia con bombo y platillo como el último grito tecnológico del cine ? ¿Habrá logrado su objetivo la campaña publicitaria ?

- "Avatar" debe aceptarse sin chistar de lo contrario uno puede resultar chocante. Tal reacción tiene tufo de creyente que exige unilateralmente "respeto" para sus creencias; hay algo de esa compasión acrítica con los blancos fáciles; de invitación a hacerse de la vista gorda con la ramplonería y la cursilería porque se ubica en el terreno de los afectos. Es decir, hay una disposición dogmática con "Avatar" ¿Por qué?

Insisto, Notas sólo son Notas:

- Dogma refugio de "Avatar": los espectáculos de entretenimiento de masas (como el futbol, como la TV comercial, como el cine de Hollywood ) están hechos para pasar un buen rato, para entretener-se, no para "pensar". ¿Para qué entonces el mensaje de "Avatar" ?

- Árbol tótem tautológico de "Avatar":
el mensaje Neo-hippie-tardío, o el recurso regresivo a la mística sesentera de "Avatar", disculpa a la película de cualquier crítica que se desautoriza en cuanto se formula, por irrespetuosa, pues Pandora/Paraíso/Peace&Love/Naturaleza, Energía y Armonía/ Adán Y Eva azules, están más allá, mucho Más Allá de la razón.
¿O acaso "Avatar" no es la creencia en la reencarnación formulada por la religión hindú ?
Om.

Kfé-virtual dijo...

mtro. falcón,

a partir de sus reflexiones yo pregunto: ¿no será que el cine se ha convertido en la catarsis de la cultura de la sin-razón?

no hay explicaciones con al menos algo de sentido común a la realidad que prevalece hoy día así que la salida es darle un tinte espiritual-materialista como un retroceso a la época del pensamiento mítico ¿en pleno siglo XXI?

algo está pasando. considero que el argumento de la película da para un profundo análisis cuasi-hermenéutico.

¿le entramos? lo invito.

kfè-virtual.