sábado, 19 de septiembre de 2009

Curador

¿Qué significa ser curador de arte? ¿Cuál es la diferencia entre éste y el museógrafo ? ¿Cuál es la diferencia con el crítico de arte ? Las dudas resultan pertinentes en el actual contexto del arte contemporáneo. Pues el abandono de los formatos tradicionales en beneficio de instalaciones y performances, ha hecho de la figura del curador (anglicismo derivado de curator, del latín, curare, `el que cuida´, el encargado, el supervisor. En España se prefiere el apelativo más preciso de comisario, el que tiene el poder para cometer o ejecutar órdenes ) la máxima autoridad en el medio del arte. ¿De veras? Sin un medio cultural que posea una buena crítica de arte es casi imposible creer en la autoridad del curador, que tal vez podrá ser un gran connaiseur, un turista cultural de talla internacional, un excelente publirrelacionista o gran agente de ventas, pero todas esas son actividades extra-artísticas que tienen que ver más con la administración, la promoción y la gerencia de productos de arte. En fin, que el personaje del curador se presta a que charlatanes y oportunistas medren en el río revuelto del mundillo del arte sometido a la máxima de "sobra la crítica" y el "todo se vale". Como ejemplo de dicha situación, conviene rescatar dos preguntas básicas de la entrevista que Avelina Lésper, periodista de Milenio, sostuvo con curadores mexicanos en noviembre del año pasado. La soberbia antiintelectual quizá atrapada en el viejo discurso hippie del arte como ámbito exclusivo del feeling, denota un grave desamparo téorico e intelectual. Pero no se prejuzgue: léase y extráiganse las conclusiones debidas.

-¿Cuál es el papel o el trabajo del curador en el proceso de creación de una obra?
Karla Jasso (curadora del Laboratorio de Arte Alameda) : el curador es quien ve la necesidad de hablar sobre algo en un contexto específico, una singularidad, y a partir de ahí convoca a artistas; convoca a obras y se apasiona de tal manera que los otros quieren, a manera de cohesión, trabajar en ese concepto.
Víctor Palacios (curador del Museo Carrillo Gil) : yo sí creo que la curaduría debe apostar por entablar un diálogo creativo con el artista. Hay casos en donde el artista y el curador trabajan de una manera muy cercana, son una especie de colaboradores; curadores que sí proponen una lectura específica de la obra. Hay muchos que se niegan a fungir este papel y prefieren esperar a que el artista genere su obra y después dialogar sobre el significado, el sentido y cómo puede ser expuesta y difundida.
Cuauhtémoc Medina (curador independiente) : no hay definición de curador, el curador es un agente que puede adoptar muchísimas funciones. Cada exhibición, evento, obra en donde se llama a intervenir a un curador acaba demandándolo de manera distinta. Hay curadores que quieren participar en los proyectos de producción de obra, pero precisamente la particularidad de su participación tiene que ajustarse estrictamente a las necesidades de esta producción, a las demandas del artista, de ese instante.
Tobías Ostrander (curador del Museo Tamayo) : el curador es la persona que está ayudando a interpretar las obras. No es tan fácil entender una obra, y mucho de lo que entendemos depende de la construcción discursiva alrededor de ese objeto. Los curadores son las personas que construyen un contexto discursivo y eso es un papel importante.
Colectivo 060 (Lourdes Morales, Javier Toscano y Daniela Wolf) : el curador ha intentado crear puentes entre las obras y su público a través de la búsqueda de temáticas relevantes en contextos característicos, la interconexión y el desempeño entre diversas obras, la difusión del arte, la creación de mecanismos textuales y visuales que faciliten el acercamiento a las obras de arte a públicos específicos, etc.

-¿Cuál es el parámetro de calidad que hace a una obra de arte contemporáneo mejor que otra?
Karla Jasso: esa es una pregunta ambigua. No hay una obra mejor que otra, existen contextos que hacen ver a una obra mejor que otra. No solamente contextos históricos o locales sino contextos de especialización. Desde mi punto de vista y desde mi trabajo en el Laboratorio Arte Alameda, para mí sería aquella obra que no utiliza la tecnología como un dispositivo de visualización, sino que cuestiona el funcionamiento de la tecnología para desmontar o hacer visible una situación que el artista quiere enmarcar.
Víctor Palacios: no hay ningún parámetro de calidad, no existen parámetros de calidad. En el arte en general no existen, afortunadamente, fórmulas que se les pueda aplicar a uno o a otro trabajo artístico.
Cuauhtémoc Medina: es extraño que uno piense que puede haber una clase de criterio objetivo y compartido en un territorio donde lo que tiene que haber es debates y pasiones. Es algo que no puede proyectarse como un parámetro, un criterio o una definición de valores. Lo que estoy tratando de decir es que la pregunta me resulta casi imposible de abordar, porque lo plantea como si hubiera una serie de reglas sobre lo que no debiera tener reglas.
Tobías Ostrander: esto depende en muchos casos del contexto y la importancia de la obra en términos del diálogo con la historia del arte y su resonancia en la vida contemporánea. Para mí, como curador, dependen del contexto que estás construyendo para una obra, sobre qué quieres decir de estos objetos o de estos temas en una exhibición; no es algo fijo, es algo subjetivo, no hay reglas.
Colectivo 060: el área donde las obras de arte se desempeñan no es como el de las ciencias exactas, los parámetros no son establecidos de la misma manera. Sin embargo, la solidez de una obra de arte contemporáneo se puede encontrar a partir de la consistencia entre su planteamiento teórico-estructural y la resolución formal que adopte, ya sea a través de un objeto (por ejemplo, la instalación o la escultura), una práctica (por ejemplo, el performance), o un proceso (por ejemplo, una deriva situacionista).
* Epílogo a cargo del crítico español de arte, Fernando Castro Flórez:

1 comentario:

Anónimo dijo...

Los críticos (en general) siempre han sido y serán unos apestados. Ese es un estigma que se les ha impuesto enérgicamente, sobre todo en una sociedad donde el arte es o bien un producto comercializable, o bien una herramienta de control.

En los programas infantiles e historietas que yo veía y leía de niño siempre pintaban al crítico de arte como un tipo pomposo, conservador, mamón y arbitrario, siempre antagonizando al personaje protagonista, interponiéndose entre él y la fama (o bien, confundiendo un batidero creado accidentalmente por el protagonista con una obra de arte, insinuando que los críticos son puros farsantes). Yo creo que, en mayor o menor medida, todos crecimos con esa imagen, porque hasta eso, siempre ha sido unánime. Diferentes directores, diferentes editoriales y estudios de animación concuerdan en nunca mostrar una representación positiva de un crítico de arte, ya sea en caricaturas, historietas o en películas hollywoodenses.

Aquí, en la Guadalajara de ahorita, se atesora esa imagen del crítico como momia anquilosada y caduca. Pero si el crítico académico normativo es caduco y pasé, entonces también lo es cualquiera que trate de "interpretar" la obra para que los mortales beocios y zafios puedan darse un quemón de lo que es la genialidad. Al arte no se le imponen reglas ¿No? Entonces tampoco se le han de imponer "diálogos creativos", y si no hay estándares que digan que una obra es mejor que las demás, ¿Entonces para qué carajos queremos curadores? El arte es arte, y es el arte por el arte solamente ¿No? No existe criterio objetivo que se le aplique ¿No? Entonces salen sobrando contextos y agentes contextualizantes que lo único que hacen es hablar sobre la obra sin decir nada.